A finales de este mes de mayo os pedimos vuestras crónicas
sobre la proyección del concierto en vivo desde Praga de Roger Waters.
Han sido medio centenar de crónicas las recibidas. Cómo casi todas concuerdan
en lo mismo, hemos elegido una que centrara todas esas crónicas enviadas. Hemos
seleccionado esta de Juan Pini que
resumen muy bien todas esas crónicas y lo sucedido esa noche en varias salas de
cine de toda España. Todos los que nos han enviado sus crónicas, tendrán un
detalle recordatorio de esa noche tan especial.
Y hablando de combatividad, ese es otro de los aspectos del
concierto que menos me convence. Porque una cosa es un concierto de rock y otra
un mitin y creo que Waters sobrecarga en exceso este último aspecto. Ya utiliza
las pantallas para plasmar sus ideas: ¿a qué enredarse –y meter minutos al
espectáculo– con proclamas, lecturas de manifiestos y reivindicaciones, máxime
en un inglés poco inteligible (de tan british) para los que no lo dominamos?
Todo ello con el peligro de dejar al descubierto ciertas incoherencias: ‘Fuck
Empires’ se lee en la macropantalla en algún momento; eso sí, escrito en la
lengua del imperio, de la que Waters no se apea en ningún momento: hubiera sido
un detalle que, amén del inglés, los textos en pantalla hubieran estado
traducidos al checo y que se hubiera esforzado al menos en dar las gracias en
ese idioma.
"Fuck Patriarchy’ reza otra consigna, pero las vocalistas de la banda se ajustan en atuendo y movimientos al papel de coristas femeninas de toda la vida: vestidas igual y contoneándose al ritmo de la música. También discordante es el inicio de la segunda parte, con el disfraz filonazi de marras y la letra de ‘In The Flesh’. Waters ha repetido hasta la saciedad que es una burla, pero no deja de ser un elemento demasiado brusco en un espectáculo dominado por los mensajes progresistas y antibelicistas -máxime cuando al finalizar el tema agarra un arma y empieza a disparar-. No es extraño que cierta parte del público no entienda la broma, o no le haga ninguna gracia; en mi caso la escena de la ‘surrogate band’ de la peli de Alan Parker siempre me ha hecho preguntarme si Waters no sentirá cierta inconsciente fascinación por los totalitarismos (creo que sus ex compañeros de PF no tendrían ninguna duda al respecto).
Y para terminar, la guinda final con toda la banda en torno al piano acompañando una balada dedicada a Dylan y al hermano mayor de Waters, recientemente fallecido, fundiéndose con ‘Outside The Wall’ mientras los músicos desfilan hacia la salida sin dejar de tocar. Elegante forma de concluir un gran espectáculo, tan milimétricamente calculado, tan teatralmente concebido, que no dejó opción a los bises. Ni falta que hacía.
Juan Pini - Madrid
Comentarios
Publicar un comentario