PINK FLOYD LIVE AT POMPEII EN LA ESPAÑA DE 1975

 

Cuando estaba redactando mi proyecto de “Live At Pompeii” (durante unos largos años atrás) y su publicación de este, digamos “Disco Perdido” de Pink Floyd, en este año 2025, buscaba una referencia que hablara sobre la situación social, musical y demás, mucho mejor que yo. Serviría para acompañar al capítulo del estreno en noviembre de 1975, de la película en nuestro país de aquel entonces. En aquel año, tenía sólo 5 añitos y no recuerdo casi nada de entonces.

 Una de las personas contactadas, fue el desparecido periodista Ángel Casas que amablemente se ofreció desinteresadamente a redactar algo al respecto, pero desafortunadamente, una tremenda enfermedad, nos “birló” ese estupendo artículo que nos estaba escribiendo.

 Unos años después, recientemente, he dirigido mi solicitud a una serie de personas que habitualmente colaboraban con nosotros desinteresadamente. Desafortunadamente ni han contestado…y luego van de “enteradillos” de Pink Floyd en España

 Sólo el periodista musical Mariano Muniesa nos redactó ese artículo que por su extensión, no se pudo incluir en el diario La Opinión de Murcia el pasado martes 22 de abril hace unos días. Ahora, y como un extra a nuestro trabajo sobre “Live At Pompeii”, (del que hablaremos prontamente) incluimos este artículo para vuestra lectura.

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¿Qué supuso el estreno de ‘Pink Floyd At Pompeii’ en 1975?

“Es importante, en especial para mucha de la gente más joven que no vivió esa época, que paradójicamente los últimos meses del régimen franquista, viéndose acosado desde todos los frentes por un movimiento popular por la democracia que se manifestaba en el ámbito sindical y laboral, universitario, feminista, cultural – en febrero de 1975 la oposición de izquierda logra paralizar todos los teatros de las grandes capitales- se desarrolló paralelamente un fenómeno contestatario y opuesto al franquismo desde no solo desde la izquierda política, consciente y organizada, sino desde los sectores no involucrados políticamente, incluso no conscientes desde un punto de vista ideológico, pero que estaban imponiendo de hecho su derecho a ejercer su libertad. Libertad para, digámoslo claramente, follar, fumar porros, vestir, vivir y respirar a su aire y rechazando las normas del sistema -como los hippies en los 60 en California- y también y de esa manera, hacer frente a ese régimen acartonado, rancio y putrefacto. Tal vez no con el objetivo de derribarlo, pero sí de cuestionarlo, en tanto desafiaban su mentalidad, sus fundamentos espirituales y religiosos y reivindicaban con su actitud su derecho a vivir como quisieran.

 En ese contexto, el rock era un lenguaje de cambio, de lucha, de reivindicación de la libertad en 1975, el año en el que se edita el recopilatorio ‘Viva el Rollo’, el primer disco de rock reivindicativo puesto a la venta incluso antes de la muerte del dictador, y en ese ambiente de tensión política y represión policial, para muchos jóvenes, la mayoría de ellos músicos, la llegada a las pantallas de cine de las películas de un género tan característico de los años 70 como fue el film documental basado en la celebración de un concierto – “Tommy” de los Who, “The Song Remains The Same” de Led Zeppelin, “Yessongs” de Yes- y en este caso, “Pink Floyd At Pompeii”- suponía no solamente la posibilidad de vivir una experiencia sonora y audiovisual magnífica en un periodo histórico en el que era imposible ver a esos grupos actuando en escenarios españoles, sino que despertaba en ellos el anhelo, en muchos casos, de dedicarse al cine desde una perspectiva más, llamémosla asì si se quiere, intelectual, o de volcar su pasión por el rock en la realización de filmes documentales.



 Desde otro punto de vista, el estreno de las películas documentales sobre grandes conciertos de rock en general y de ‘Pink Floyd At Pompeii’ en particular, por parte de mucha de la gente joven que lo quisiera o no, estaba inmersa en esa lucha entre lo viejo y lo nuevo, fue un suerte de refugio en el cual por un lado, disfrutaban, conocían y vivían una forma de hacer cine aconvencional, rupturista, revolucionaria podría decirse, y por otro, se evadían de esa sociedad en la cual el franquismo seguía teniendo muchísimo poder. Jero Ramiro, legendario guitarrista de heavy metal conocido por su trayectoria en grupos como Ñu, Santa o sobre todo Saratoga, me decía en unas jornadas sobre heavy metal en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid lo siguiente: “A mediados de los 70, ver en el cine películas como “Woodstock” o “Señoras y señores…¡los Rolling Stones!” Era imposible. Pero al menos, en el otoño del 75, podíamos ver, que no sé por qué no la censuraron, ‘Pink Floyd At Pompeii’, que aunque tenía partes que eran un verdadero coñazo, en conjunto era una gran película e íbamos a verla cada fin de semana al Cinestudio Covadonga en el barrio de la prosperidad en Madrid”.


foto propiedad Manel Calza

 En esos meses del otoño de 1975, en los que los grupos de rock madrileños, tras la resaca del “Festival de la Cochambre” de Burgos empezaban a sonar en Radio Centro en los programas del Mariskal Romero u Onda 2 de Radio España y en los que la juventud española cada vez adoptaba una actitud más desafiante ante el régimen y sus instituciones, el estreno de ‘Pink Floyd At Pompeii’ sin duda fue un síntoma de todo estaba empezando a cambiar en la España de aquellos años, con independencia de que en Europa y América ese cambio se hubiera llevado a cabo diez años antes.

 Una nueva música, que hacía de la exploración constante de nuevos horizontes creativos su vocación, que rompía incluso con los patrones cinematográficos habituales a la hora de hacer un documental para la gran pantalla y que mostraba la radical y rupturista propuesta de llevar a una película no la espectacularidad de un Madison Square Garden lleno de fans entusiastas, sino de la música en estado puro, hicieron de ‘Pink Floyd At Pompeii’ una película no solamente excepcional en lo relativo a su valor como cinta rompedora y revolucionaria en el aspecto formal, sino en su significado más profundo.

Muchas cosas pasaban en la España de 1975 que obviamente, se orientaban a la lucha por el cambio, por la liquidación de la dictadura franquista, y una de ellas fue la penetración del rock como una de las músicas que al lado del folk-rock que venía desde la música popular de Euskadi – Akelarre, Oskorri, Mikel Laboa- el rock laietano catalán – Máquina, Pan & Regaliz, Companya Eléctrica Dharma, Sisa- o la canción de autor - Joan Manel Serrat, Lluís Llach, Paco Ibáñez, María del Mar Bonet, Rosa Leon, Luis Eduardo Aute- también abrió un horizonte de posibilidades de concienciación, desde un punto de vista si se quiere distinto, pero nunca susceptible de ser menospreciado, de visión y concienciación para los y las jóvenes de aquella generación de como la libertad, el cambio, la transformación política y social de la España de la dictadura franquista también se haría – a pesar de toda la marginación que se hizo del rock a partir de determinado momento- a ritmo de rock, a muchos wattios de potencia y con mucho pelo largo no teñido como el de Alaska y Vaquerizo, los chupamedias oficiales del gobierno de la Comunidad de Madrid”.

 

Mariano Muniesa. (1967) Madrid

Periodista, escritor y locutor de radio.

Colaborador en las revistas musicales “Kerrang”, “Heavy Rock” y “La Heavy”.

Dirige el programa radiofónico “Rock Star” y colabora con “Mariscal Rock Radio”.

Autor de diversos libros biográficos como “The Rolling Stones”, “The Who”, “ACDC en España” y otros cuantos. Actualmente es consejero delgado en RTVE desde 2024. 


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